Los padres siempre vemos a nuestras hijas como nuestras pequeñas ¨princesas¨ y nos encanta decirles y repertirles que lo son, pero ¿realmente queremos y podemos criar a una?
Una palabra tan dulce que a través del tiempo se ha guardado en nuestras mentes como algo muy lindo y positivo, pero que en la realidad es un título que sólo muy pocas mujeres en todo el mundo lo pueden ostentar como propio, ya sea por derecho de nacimiento o por matrimonio.
Las princesas de los cuentos generalmente son las más hermosas de todo el reino, muy acaudaladas y suelen ser de buen corazón, pero lamentablemente la mayoría de las veces tienen que ser rescatadas por algún valiente príncipe o hada madrina, son envidiadas por otras mujeres o ¨brujas¨ o su vida depende de las decisiones que ha tomado su padre el rey.
Y por otro lado, hay un gran empuje por educar niñas que sean independientes, sin miedo a explorar, que sepan defenderse y tomar sus propias decisiones, luchando por una igualdad de género, sin miedo al qué dirán y a atreverse a intentar lo que ellas quieran para que en un futuro puedan ser autosuficientes.
Y les seguimos diciendo ¨princesas¨ cuando nos podríamos dirigir a ellas con frases más reales como: valiente, creativa, campeona, inteligente, audaz, responsable, gran amiga, capaz y muchas otras cualidades, que resaltan la verdadera esencia y valores de nuestras niñas.
Dándoles ejemplos reales de mujeres que han marcado y cambiado la historia con su talento, inteligencia y determinación como Frida Kahlo, Juana Azurduy y Violeta Parra, por mencionar algunas. Que no necesitaron de andar en zapatillas de cristal ni en vestidos primorosos para ser relevantes en la sociedad de su época.
Me queda claro que siempre habrá una etapa en la vida de nuestras hijas, en las que como padres, las trataremos como ¨princesas¨, al brindarles lo mejor de nosotros en la medida de nuestros recursos y protegiéndolas de los peligros; sin embargo, debemos saber que esa etapa debe de ser breve para que nuestras ¨princesas¨ puedan convertirse en ¨antiprincesas¨ o mujeres reales capaces de llegar tan lejos como ellas quieran, libres y sin ataduras de ningún tipo.
Educar a nuestras niñas y niños para que sin importar su género, pongan en práctica sus habilidades y talentos, es uno de los primeros pasos, así se abre la brecha de la igualdad para salir adelante en un mundo tan diverso y demandante como en el que vivimos.
Y ahora ¿aún quieres criar a una ¨princesa¨?
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Me parece muy interesante tu blog y me interesan tus temas. Felicitaciones y gracias por publicar!
ResponderBorrarHola Luna Eva!! muchas gracias por tu lindo comentario!! También me ha encantado tu sitio =) Saludos!
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